Cuando podemos apreciar la belleza que rodea nuestro quehacer cotidiano, cuando podemos alejar o acercar la mirada y hacer que nuestros ojos se den un baño de armonía y relajación, entonces es que no hemos olvidado escuchar el ritmo pausado que convive y respira bajo las preocupaciones y prisas diarias de nuestra vida “moderna”.
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